Ciclo Bandoneón Lado B - El Gauche & Tomi Lebrero

El bandoneón es un instrumento que se inventa a mediados del siglo XIX en Alemania. Hoy sabemos que surge de la invención y suma de innovaciones que aportaron Karl Federich Uhlig, Karl Zimmerman y Heinrich Band ¿Cómo llego al río de la Plata? Si bien es sumamente incierto, el mito habla de un marinero Suizo. Lo que sí sabemos, es que los primeros bandoneones comenzaron a llegar alrededor de 1880, que prendió hasta la médula frente a cierta demanda sonora que había en nuestro país y para 1920 era un instrumento popularizado.

El desarrollo del bandoneón fue sumamente importante en Argentina en comparación con el que tuvo en su país de origen gracias a que acá no hubieron dos guerras mundiales y además por las demandas expresivas de músicas como el tango, el folclore y el chamamé.

A mediados de los 60 irrumpe en un mundo más globalizado el rock. Esto acentúa cierta decadencia del tango y se genera una suerte de rivalidad: eras del tango, o eras del rock, chamamecero, o folclorista. En los años 90, impulsado por cierto reconocimiento mundial y quizás como contrapartida frente a un mundo aún más globalizado, la música del tango y sobretodo su danza, tienen una suerte de revancha. Este rejuvenecimiento es el caldo de cultivo para un tipo de bandoneonista que no había existido hasta ese entonces.

Los bandoneonistas que componen este ciclo utilizan el bandoneón como si fuese una guitarra de fogón para componer sus canciones. En su mayoría veneran al tango porque muy probablemente fue este estilo, o la genialidad de Piazzolla quién los acercó al instrumento, así todo, lejos de rivalizar, no pueden esconder que sus discotecas estuvieron, o están llenas de referencias a la cultura rock y a la actual llamada “música urbana”, además de otras músicas como el Jazz, la música erudita, etcétera.

Lejos de establecer sectarismos, esta primera edición de “Bandoneón lado B” intenta visibilizar un nuevo tipo de bandoneonista que de alguna manera desarticula, cuestiona, reformula ese matrimonio inseparable entre bandoneón y tango y lo expande hacia horizontes más libres. Por sobretodo, intenta demostrar que esa enorme invención, a esta altura casi que podemos decir germano-argentina, goza de plena salud y una vez más, son intérpretes en su mayoría de este país quienes llevan adelante esta innovación.

Esta es una primera edición acotada y espera poder seguir incluyendo, ya que los hay muchos, bandoneonistas con estas características en futuras ediciones. La lista de participantes hace un abordaje entre figuras que encajan más en lo descripto e incluye como suerte de predecesor a Gabriel Rivano, pasando por la pionera Susana Ractlif, hasta Ai Aumeda, bandoneonista de origen japonés que compone sus propias canciones.

Se agradece el empuje de Café Vinilo para la concreción de este ciclo, no solo por el aporte productivo, si no por ser una sala de conciertos asociada a la difusión, vitalidad e incluso a la experimentación de este instrumento en la ciudad de Buenos Aires.

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