Mateo

La prensa registró su estreno de manera particular "Mateo se aparta de lo que es vulgar en la producción del teatro en un acto, para elevar sus figuras hasta una categoría superior al sainete simple que solo presentó caricaturas visibles cuando pretende definir el ambiente popular." y aunque comparte las características del sainete "lo hace en un grado de observación dolorosa que justifica la clasificación de 'drama grotesco' dado a la obra por su propio autor." "(...)la obra tuvo la virtud de producir emoción en el público, aunque después de ciertas vacilaciones en su juicio, debido al aspecto de situaciones culminantes que más de una vez se miraron con perplejidad, entre lo cómico y lo dramático." La prensa (17/03/1923).

Respecto del protagonista, Cicarelli en su trabajo como Mateo, la prensa plantea:

"Se nos reveló en una faceta nueva que le da personalidad de gran actor, su encarnación de Miguel, tocado en forma magistral, le puso ciertos momentos a la altura de los trágicos italianos que culminaron en trabajos parecidos. Una comprensión exacta del tipo de su psicología, tan distinto de sus habituales creaciones que exigían de él más una larga permanencia en el espejo para cuidarlo en la línea de "maquillaje" que la profundización del alma del personaje a encarnar, le llevó a dar una impresión vivida de aquel dolor humilde y rebelde a la vez, con mucho de resignación cristiana y bastante de vencimiento ante la Fatalidad, sin perder la visión del contraste que había de obrar en el auditorio en transiciones bruscas de la angustia a la carcajada, tarea que solo un actor completo estaba en condiciones de llevar a cabo" También hay referencias al autor y plantea que corre una "aventura peligrosa" que lo expone "a la incomprensión de un público que por sus marcadas predilecciones hacia el sainente, iba a verse sacudido por encontradas emociones pasando de la situación de angustia a la grotesca, casi sin transición y de la carcajada franca a la más intensamente dramática (...) No es el sentir del personaje el que provoca risa, son sus visajes de dolor, sus muecas demostrativas del sufrimiento las que arrancan al espectador de su emoción dolorosa para hacerlo reír y volverlo momento después al estado de angustia que le provocan aquellos sufrimientos morales que casi se hacen físicos. Diario del Plata (15/03/1923).

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