Sobre un barco de papel

En una antigua casona de pueblo, dos mujeres, madre e hija…viven.
Cómo deviene ese vínculo cuando una de ellas empuja por vivir, gozar, viajar; y la otra lentamente se va apagando “No sé que me pasa, me siento rara, como si la cortina de agua se hiciera cada vez más grande. Ésta mañana cuando fui a acariciar la foto de tu padre, apenas veía una mancha”.
Cómo se construye (o quizás se deconstruye) esta relación madre-hija, en un pueblo del interior, con deseos postergados, muertes anunciadas, despedidas y algunos regresos.
Cómo dice su autora:” Dos monólogos entrecruzados construyen la trama de la historia”

Luego: El Tiempo
El tratamiento del tiempo es crucial para contar esta historia, es un vaivén hacia adelante, hacia atrás, entre recuerdos y ensoñación, hasta el encuentro entre madre e hija en torno al reloj. El significado del tiempo para la hija, en relación a sí misma (”Me había olvidado cómo se pone el cuerpo cuando un hombre te toca”), y a su madre; y para la madre en relación a su propia muerte:”No, mejor que no te avisen nada ¿para qué? alguien se ocupará”

También: El Espacio
Esta casona amplia, de pueblo, su comedor amplio, y los muebles, objetos, arman un laberinto que propone desencuentro, éste laberinto recorrido con dinámicas singulares por estos personajes, cada uno con su lugar en la casa y recorriendo, por momentos, el lugar común a las dos. Hasta el encuentro esperado, en torno al reloj, donde por fin veremos a la madre y a la hija mirarse a los ojos.

De aquí a los personajes:
La propuesta subraya el trabajo de construcción de este vínculo particular entre madre e hija, de las situaciones que viven y de ahí, cómo emergen estos dos personajes, es decir, detenerse en el trabajo de actuación que es esencial para contar esta historia, acompañado por el planteo espacio-temporal desarrollado antes. Todo esto atravesado por detalles de humor, producto de hablar y no escucharse, que ocasionan repeticiones tardías, historias ya sabidas y contadas una y otra vez.