Aprendiz de hombre

La obra articula, relaciona, espeja dos historias. Por un lado, una de ficción, la historia de la creación del Golem atribuida al Rabí Löew el Maharal- siglo XVI al XVII y, por el otro, una historia verídica, la del teniente de la División de Ciclistas y Archivistas del Ejercito Argentino, Juan Carlos Franco Paez designado defensor de oficio del anarquista Severino de Giovanni (año 1931).

En la primera, el esfuerzo del Maharal, del hombre, por responder a ideas, sentimientos, imperativos que lo llaman a desafiar los límites, impuestos y propios, aún contra todo consejo nacido del miedo, los prejuicios y, porque no, la prudencia y sensatez, en el intento de alcanzar su objetivo... Terminará encontrando en su creación, el Golem, una mirada vacía y perdida; acaso, la única mirada capaz de devolverle la propia... desnudando en un todo la magnitud de su naturaleza humana.

En la segunda, como dijéramos, este teniente de la División de Ciclistas y Archivistas designado defensor de oficio. Las normas del ejército al constituir un Consejo de Guerra con abogado defensor y acusador antes de ejecutar la pena. Ésta, más allá del valor que implica el recate de un hecho histórico por demás singular y llamativamente olvidado, nos presenta a un hombre sencillo y humilde ante la circunstancia de tener que abogar por la vida de otro. Así las palabras tendrán que ser, para él, algo más que las adecuadas, tendrán que ser las exactas; aunque en el balance de los hechos, aparentemente, poco importen...

En su devenir, surgirá el personaje de “América”; más precisamente, Josefina América Scarfó, amada de Di Giovanni; quien reclamará y alentará a Franco en su encrucijada, aunque como ella misma expresa: “...todo no será más que una ficción de juicio”

Las dos historias, ficción y realidad, aleccionan por igual... ambas desnudan el tránsito del hombre en su búsqueda de la verdad y cómo lo conduce, y ha conducido, socialmente al rechazo, al aislamiento y la soledad; el mismo camino que señala su ascenso como “Hombre”.